En el Día Mundial del Café, muchos contarán lo sabido, pero ¿Qué trascendencia tiene esta bebida a la hora de resolver problemas entre personas, familias y hasta países?
José Rafael Sosa
Todo conflicto, incomunicación o enfrentamiento entre partes (desde parejas hasta países), cambia de perspectiva cuando alguien dice: “Vamos a tomarnos un cafecito”. Nadie toma café para pelearse.
El café es una bebida icónica, cargada de valor personal y social. En muchas culturas y situaciones, ha actuado como un puente para la paz, evitando conflictos entre individuos y naciones, gracias a momentos de diálogo acompañados por una taza de café. La trascendencia del café va más allá de su papel como estimulante; es un lubricante social que ayuda a resolver conflictos.
El café no solo es una de las bebidas más consumidas en el mundo, sino que también representa una entrada simbólica al día, la convocatoria al entendimiento, la apertura a conversaciones trascendentes y la cita para la solución de problemas reales o imaginarios. Son muchos los divorcios planteados, casi al punto de concretarse, porque uno de los dos integrantes de la pareja, al momento de despedirse, dice “Vamos a tomarnos un cafecito”
Para millones de personas, es un ritual matutino que da inicio a la jornada, brindando la energía necesaria para enfrentar las tareas diarias. En 2012/22, el consumo mundial de café alcanzó los 170,5 millones de sacos, lo que evidencia su relevancia global.
El café y las cafeterías en Europa jugaron un papel crucial en los movimientos sociales. Durante siglos, estos lugares fueron el epicentro del pensamiento revolucionario, inspirando a intelectuales y ciudadanos comunes. Las ideas del marxismo, entre otras, encontraron terreno fértil en estos espacios. El café, además de ser una bebida, fue un catalizador de cambios sociales, tecnológicos y en la lucha por los derechos humanos.
El Colador de Tela
Hasta bien entrado el siglo XX, el método preferido en el norte de Europa para preparar café era el uso de coladores de tela. Este proceso, que se cree originado en Constantinopla y luego extendido por Europa, llegó finalmente a América Latina. En muchos hogares, el colador de tela era un elemento central, aunque con el tiempo, fue reemplazado por la cafetera italiana o “greca”, especialmente en países como República Dominicana.
Café en RD
El cultivo de café en República Dominicana comenzó en 1735, en la región sur del país. Desde entonces, se ha expandido a varias regiones, convirtiéndose en un cultivo agrícola importante. Tradicionalmente, el café se tostaba y molía en un pilón y se preparaba mediante cocción, para luego ser filtrado en coladores de tela. Sin embargo, con la introducción de la cafetera moka o “greca”, inventada en 1931 por Alfonso Bialetti, el colador de tela comenzó a desaparecer en la cultura dominicana.
Aunque el café sigue siendo una parte esencial de la vida diaria en muchas culturas, los métodos tradicionales de preparación, como el uso de coladores de tela y el molido manual, están cayendo en desuso.
Hoy en día, las personas prefieren consumir café industrializado, lo que les ahorra tiempo, pero a menudo se pierde parte del sabor y la riqueza de la experiencia y el rol de la tradición al procesarlo en coladores de tela, como aboga el proyecto ColamoCafe, de Amaury Moreno, un emprendedor que ha emprendido un proyecto para que la gente recupere el valor de este instrumento tradicional de colar la humeante y sabrosa bebida.
Pies de foto
El café es un instrumento que une las personas, que ayuda a resolver conflictos, que acerca posturas encontradas. Es ese su valor social, personal y familiar.
Una taza de café convoca a veces, la conversación creativa y la ilusión por el mejor vivir.
Enlaces vinculados: