
La popularidad de Labubu, el singular personaje del arte juguete creado por el artista hongkonés Kasing Lung, ha trascendido fronteras, cautivando a coleccionistas y fanáticos en todo el mundo con su estética de duende travieso y su estilo único. Sin embargo, en medio de su ascenso meteórico, ha surgido una curiosa especulación: ¿podría este tierno personaje tener connotaciones demoníacas?
Con sus dientes afilados, cuernos pequeños y orejas puntiagudas, Labubu evoca imágenes de criaturas del folclore, especialmente de la tradición europea de duendes y gnomos, comúnmente representados con aspectos grotescos pero inofensivos o incluso benéficos. Según el propio Kasing Lung, su intención fue siempre la de crear un personaje juguetón y alegre, que estimule la imaginación y despierte ternura, no temor.
Aun así, algunas personas han interpretado sus rasgos como símbolos asociados a entidades oscuras o demoníacas, generando debate entre seguidores y detractores. No obstante, estas percepciones son enteramente subjetivas y no tienen ningún respaldo oficial por parte del autor ni de Pop Mart, la compañía que distribuye las populares figuras de colección.
Lo cierto es que el arte juguete, en especial el diseño de criaturas fantásticas, suele incorporar elementos inusuales o inquietantes, no como referencia a lo maligno, sino como parte del estilo conocido como “cute but creepy” (lindo pero espeluznante), un subgénero que juega con la dualidad entre lo adorable y lo extraño. Para algunos, estas formas provocan incomodidad; para otros, resultan fascinantes y entrañables.
En el caso de Labubu, su éxito se debe precisamente a esa mezcla de nostalgia, irreverencia y fantasía, que recuerda a los cuentos clásicos y al imaginario infantil. Las interpretaciones de corte demoníaco parecen ser más una proyección cultural o personal que una intención real del artista.
Así, lejos de una polémica con sustancia, la discusión en torno a su apariencia demuestra el poder del arte para provocar emociones, lecturas diversas y conversaciones inesperadas, incluso cuando nace desde la simple intención de divertir.
En definitiva, Labubu sigue consolidándose como un ícono del arte juguete contemporáneo, y las distintas interpretaciones que despierta no hacen más que enriquecer el magnetismo de este enigmático pero encantador personaje.